Bueno, desde que ha muerto, su familia se hace cargo del perro. Como mínimo es de agradecer que no le hayan dado la patada.
Pero siguen sin soltarlo nunca, lo llevan con la correa corta a dar un paseo no demasiado largo y vuelven a casa.
Ayer estaba yo en los campos de detrás del pueblo, con Gaia suelta corriendo por ahí y Dama atada aún (porque con la edad se ha vuelto escapista y sólo la suelto en sitios muy concretos).
Pasó un hombre llevando al perro en cuestión, y Gaia, como es normal, se acercó a ver si se podía jugar con él. Pues nada, que no les dejó ni olfatearse, le dio un tirón seco al bicho y se lo llevó. Cogí a Gaia para que no le molestase (porque pensé que igual había algún motivo por el que no quisiera que jugaran, yo que se...), y le di las buenas tardes al hombre. Pues el muy borde ni siquiera me miró, se dio la vuelta como cabreado (¿porque mi perra se ha acercado a oler al suyo?) y se largó.
Y eso teniendo en cuenta que somos vecinos... y en un pueblo los vecinos son sagrados, hay que saludarlos siempre
