La verdad es que sí, me dio una alegría muy grande.
Lo que pasa es que de aquí a que vengan otra vez ya se le habrá olvidado. Vivimos lejos y normalmente somos Jose y yo los que vamos donde viven ellos, porque allí tenemos a toda la familia. Además uno de los hermanos de Jose y su novia no tienen coche, por lo tanto tienen que subir en tren. Y el otro hermano que sí tiene coche, los fines de semana normalmente tiene carreras y no pueden subir.
Así que, para tristeza mía, Naia volverá a tener miedo cuando venga alguien.
