De todas formas, es que algunos abueletes, con la excusa de ser abueletes, ¡y encima hombres! se permiten una groserías de aquí te espero.
A mí, un "amigo" de mi padre --general del ejército con muchas estrellas--, cuando empecé a trabajar para Amnistía Internacional me dijo: "Ya no sólo es que, siendo mujer, no deberías trabajar, es que además no sé cómo no te da vergüenza trabajar en un sitio así". Y yo, muy sonriente y con voz angelical, le contesté: "Bueno, a ti tampoco te da vergüenza trabajar donde trabajas, ¿verdad".
No me volvió a hablar nunca más. Y que conste que no tengo absolutamente nada en contra de los militares, es un trabajo como cualquier otro. Es que no soporto que me digan cómo tengo que vivir.
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- Ana gaditana
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