Hay que andarse con mucho ojo, por lo visto hay demasiados hijos de p*ta sueltos.
A Pipo (perro de mis padres) lo envenenaron en el parque. Tuvimos suerte que fue un fin de semana y mi padre estaba despierto cuando empezó a tambalearse y a babear...

Toooda la noche de urgencias en el veterinario, el pobre con unas convulsiones de espanto. Sus ojitos no se separaban de los nuestros; hubo momentos que casi se nos va, pero se puso bien. Por la misma época otro perrito sí que murió envenenado en el parque, y otro de unos vecinos de mi hermana también, en su casa. Se ve que ladraba de vez en cuando y otro vecino le lanzó algo envenenado por la ventana. Por eso mi hermana siempre tiene cerradas las ventanas del patio de luces...
Estas cosas me sacan de quicio.