Un antiguo alumno muy buen chaval pero súper caraja me llama y me dice (de esto hace dos o tres años años): "Que mi perro (un pastor alemán de un año) está sin ganas, que no sé qué le pasa, que no hace sus cosas, que no juega... Y lo he llevado esta tarde al veterinario y no le ha encontrado nada, y le ha hecho placas y tampoco."
Empieza el interrogatorio de House versión adiestrata, y a la pregunta de "¿Cuántos días dices que lleva sin cagar?" "........" "¿Y qué pasó ese día o el día antes?", me dice: "Pues tal cosa, tal otra... estaba jugando con una muñeca de mi sobrina...., tal cosa, tal otra...."

"¿Tienes la muñeca cerca?" "Sí, estará en el patio." "Pues ve a ver si está entera."...................................... "Ya! Oye, que le falta la cabeza."
"Pues mañana le das un poquito de laxante, vacías el trastero del todo, y lo metes en él hasta la tarde."
El perro pegó un taponazo que no se partió el serete por la mitad porque Dios no quiso, cagó hasta la primera papilla, y por supuesto la cabeza de la muñeca.
Y cuando mi amigo llegó por la tarde y abrió la puerta, el aquelarre: El perro contentísimo, subiéndosele por encima, y de mierda hasta las trancas.
Consejo: No hay que ser sexistas, las niñas no tienen que jugar con muñecas sino con un balón de fútbol como hemos hecho de toda la vida, hombre.