Resuelta que cada vez que la intentaba limpiar el culo porque se lo había ensuciado era un cirio, se revolvía y soltaba bocados al aire, cuando le tenía que echar la pipeta... un poema, como si la estuviese acuchillando, y no digamos cortarle algún nudo.
Ayer le eché la pipeta, y aunque me miraba con mala cara e intentaba resistirse, un NO y un QUIETA, que es la orden que más marcada a fuego tiene, firme y seria, la perra ni se movió. Cogí una bolsa de las cacas como guante para separar el pelo y extender la pipeta y la tia ni tosió.
Al rato la miro... una señora garrapata entre los ojos... bueno, vamos al lio. Me cojo una gasa, pinzas de depilar y un trozo de tortilla francesa (estaba cenando y se me quitaron las ganas). La cogí firme pero tranquila, y ni se movió. Me dejó quitárselas, al final había dos, y como se portó tan bien, toma, trocito de tortilla...
Llegamos a la cama, y le veo que se lame mucho la pipilla, la miro, y tiene pelitos pegados y sucios, ya lo tiene largo, pero para que vaya más cómoda hasta que la pelen, la tumbo patas arriba toda espatarrada, igual, firme y tranquila, la inmovilizo con la mano izquierda la parte superior y con la derecha le voy cortando los pelitos... pues me dejó tranquilamente, no la dejaba revolverse y acabamos en 5 min, ahora va como las brasileñas.

Esto viene a que por fin confía en mí, me deja hacer lo que quiera con ella, sabe que no la voy a hacer daño, pero es que tampoco le doy tregua. Tenía razón Nata cuando me dijo que no podía dejar que "no la tocase" porque el día de mañana si tenia una herida me tendría que dejar, y es cierto.
Con grandes dosis de cariño no vale, ha sido cuando me ha visto decidida, seria y firme, y no ha tenido más remedio que quedarse quieta y dejarme hacer.
Ahora he avanzado yo, no ella.
