Carta abierta a los “Perros de la calle”:
Perro callejero… Perro de la calle… Querido amigo:
¡Cuantas injusticias hemos cometido contigo! precisamente contigo, que sos el paradigma de lo que es bueno, por todas esas virtudes, esos valores humanos de los cuales nosotros, los inmerecidamente así llamados, carecemos o hemos olvidado y que vos, querido hermano animal poseés sin alarde alguno: fidelidad, nobleza, afecto permanente y desinteresado, amistad incondicional, y una lealtad sin especulaciones que difícilmente algún hombre pueda exhibir.
Y estas en la calle… ¿Por qué? ¿Por quien? Seguramente por razones “humanas”, que tienen que ver con la ingratitud, la indiferencia, la impiedad y otras desgracias que te son tan ajenas. Cuando te veo pasar, caminando aparentemente sin rumbo, buscando vaya a saber qué ilusión perdida, qué afecto traicionado, me conmuevo hasta las lagrimas y si rechazas mi intento de acariciarte, lo entiendo muy bien…
¿Por que habrías de confiar en mi especie que de humanidad tiene tan poco? Entonces, trato de imaginar en qué estarás pensando. Y fantaseo lo que dirás:
“¿Por qué estoy en la calle? ¿Qué es una calle? ¿Qué son los edificios, las ciudades y todas esas enormes y frías estructuras llamadas ciudades? ¿Para que sirven, si no han logrado darle a nadie esa sencilla y natural felicidad que los animales disfrutamos? ¿En que pensara toda esa gente que corre sin estar segura de adonde va y mucho menos para que y que pasan a mi lado sin verme o, en el mejor de los casos, esquivándome?
A cada uno de ellos quisiera decirles: la felicidad que buscas desde siempre y sin encontrar, la tengo yo. Te la ofrezco, te la brindo y a cambio de nada, o de muy poquito: una caricia de en cuando en cuando, y un poco de comida, aunque sea muy poquito, porque me alimento principalmente de amor. Ni la psicología, ni los libros de autoayuda, ni los psicofármacos, ni las diversiones estruendosas, te van a dar lo que a mí me sobra: el afecto puro, sincero, permanente.
No te pido que me adoptes, sino que permitas adoptarte, porque vos estas mas perdido en las calles que yo, corriendo como un bombero loco que trata de apagar los incendios que el mismo provoco. Llévame a tu casa y déjame apagar esos fuegos que te consumen: la codicia, la ambición, la avaricia, la envidia, el odio, el rencor. Acéptame como tu maestro, tu gurú, tu adiestrador.
Y cuando creas que al adoptarme salvaste mi vida, a lo mejor te das cuenta de que en realidad, salvaste la tuya.
Y entonces, quizás descubras que otros seres, que miras sin ver, deambulan por esas calles cargando la cruz de su incomprensible penuria: niños, jóvenes, viejos, rumiando y sufriendo sin comprender, como nosotros, los perros.
Porque ustedes están tan deshumanizados, como para aceptar que las calles, que fueron echas para el transito, sean la casa de otras personas, con tantos derechos a la dignidad como todo ser vivo, como toda criatura de Dios.
Los perros no tenemos idioma pero si lenguaje. Cuando te cruces conmigo, no me evites, no me ignores, mírame a los ojos, tal como hacemos nosotros y si no estas aun totalmente insensibilizado, percibí nuestra tristeza, trata de comprenderla y, si podes, llévame. Llévame con vos y cuando llegues a tu casa, preséntame así: <<Hola, miren lo que traje… un maestro particular de cariño. El nos va a enseñar gratuitamente, nada menos que a ser felices. Denle la bienvenida y comencemos a cursar el doctorado en felicidad ya mismo>>.”
En “El portal de las mascotas” ya hemos llegado casi a los diez mil reencuentros y veinte mil adopciones, la gran mayoría de perros “PP” (Puro Perro). Gracias a ustedes, que leen nuestra revista y ven nuestro programa.
No hemos solucionado el gran desafío de la tenencia responsable, pero… si no fuera por el programa, ¿Dónde estarían ahora todos esos perros? Si, junto a esos niños, que desaprensivamente hemos arrojado a la calle, como la basura. ¿Será que creemos que son eso? ¿Un desecho humano o animal?
Y si estas pensando en tener un perro, rescata un callejero. Salvá uno y sálvate vos, porque todos los especialistas, coinciden en que los rescatados son ¡¡Profundamente agradecidos!! Y mientras vivan, te lo van a demostrar permanentemente. ¿Conoces a algún humano que pueda garantizarte semejante gratitud?
Dale, Salí ya mismo a “dar una vuelta por la calle” y volvé acompañado por un perro, que de ahora en mas, se habrá convertido merecidamente en lo que, quizás sin saberlo, estas necesitando: un callejero, transformado por tu bondad en…¡¡¡ Un maravilloso pariente casero!!!
Raúl Portal
Humanimal
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