
Después de muchos años de observación, he llegado a la conclusión de que los dueños de perros grandes tienen (tenemos) muy claro que nuestros perros tienen que estar educados y controlados, probablemente por una cuestión de supervivencia: ¡son mucho más fuertes que nosotros y no podemos dejar que nos dominen! Sin embargo, muchos dueños de perros pequeños no parecen conscientes de la necesidad de educar al perro --más que en unas pocas cuestiones básicas, como no hacerse pis en casa-- y dejan que sea el perro el que decida y el que manda.
Un ejemplo clarísimo lo tengo en mi propia familia. Una de mis hermanas tiene una cocker (que ya tiene 16 años) y ha permitido que se convierta en un animal insufrible, porque nunca la regaña. La perra manda, y tiene muy claro que manda. Duerme en la almohada de mi hermana (porque a ella le da pena quitarla), no le puedes quitar los juguetes de la boca porque te gruñe y te muerde, no le puedes tocar su comida porque te muerde, de vez en cuando no deja que nadie se acerque a mi hermana, porque se lía a gruñir y echa la boca... Un desastre, vamos.
Y el otro día en el veterinario me encontré con un caso que me dejó flipada: una señora que llevaba un Yorkshire estaba diciendo que le preocupaban los viajes porque ella era la que conducía, ¡¡y el perro sólo aceptaba viajar tumbado en su regazo, mientras ella iba al volante!!


Pues eso, no me enrollo más. Pero es algo que lleva tiempo dándome vueltas en la cabeza. Un día mi veterinario me dijo que prefería mil veces tratar con perros grandes, que eran mucho más de fiar, y yo creo que en gran parte es por eso: porque a los perros pequeños, muchas veces, sus amos los dejan que se suban a la parra.