Novato adoptando perrita con un gran dilema
Novato adoptando perrita con un gran dilema
Para poneros en situación, voy a tener que contaros una historia que espero no sea larga y aburrida; aquí va:
Me han gustado los perros desde que tengo uso de razón, pero nunca he tenido uno en mi casa... hasta ahora, pero no adelantemos acontecimientos.
La experiencia más cercana con un can, fue gracias a mi hermana, o más bien a mi cuñado que la convenció de tener un perro en casa.
Cuando recibimos la noticia ni mis padres ni mi otra hermana dábamos crédito. Nuestra hermanita pequeña, que se cruzaba de acera en la calle cuando veía un perro del pánico que les tenía, ahora adoptaba uno en su propia casa.
Fue un labrador, de color negro que se llamaba Pluto y se convirtió en uno más de la familia rápidamente; yo me lo llevaba a dar paseos por el monte y me moría de envidia y de pena por no tener un animal así en mi casa; mi padre lo trataba como si fuera su nieto y bueno... el resto lo podéis imaginar, se nos caía la baba a todos.
El caso es que yo me independicé y conocí a la que hoy es mi mujer. Mis suegros tienen una casa en el campo en la que siempre ha habido un perro.
El primero fue Roy, un collie precioso y compañero de juegos de mi mujer y sus primitos en su tierna infancia.
Estaba con ellos dentro y fuera de la casa. Pero sucedió lo peor que sucede inevitablemente; la vida de Roy tocó a su fin. La pérdida del collie supuso un duro golpe para toda la familia y lo pasaron fatal.
Al poco tiempo, les entregaron una perrita de raza mastín siendo todavía un cachorro. La pena de haber perdido al collie, les dejó tanta huella que decidieron guardar las distancias con ésta nueva perra; no querían encariñarse demasiado para no sufrir su inevitable pérdida, llegado el día.
Así, construyeron dentro de la finca, un recinto vallado y techado de unos diez metros cuadrados con una caseta de ladrillo que le permitiera cobijarse del frío.
No la dejaban salir del recinto salvo en muy contadas ocasiones. Como os podéis imaginar, la cachorrita pronto se convirtió en un impresionante ejemplar de mastín, difícil de controlar pues apenas se la educó y permaneció casi toda su vida en el recinto vallado.
Aún así, cuando la dejaban salir se acercaba a sus dueños siendo cariñosa y apacible; pero era un poema tratar de devolverla a su caseta cuando la familia volvía a la ciudad después del fin de semana.
Al final, optaron por no dejarla salir, pues se escapaba sin control y tenían miedo de que la atropellara algún coche, pues cerca pasaba una carretera bastante transitada, o que en su afán por buscar el cariño de la gente, se echara encima de alguna persona mayor y ocurriera una desgracia.
Este verano, Sonsi, que así se llamaba, murió a los 13 años por una enfermedad de la uretra.
Mis suegros quisieron tener rápidamente otro perro, pues durante el verano pasan tres o cuatro meses en la casa del campo y muchas horas se encuentran sólos y algo desprotegidos sin la presencia de un fiel guardián.
Un primo de mi mujer, nos comentó de alguien que tenía que buscar nuevos dueños para una perrita boxer, de nombre Sua, a la que ya no podían atender como era debido.
Yo tuve mis reservas y aconsejé a mi mujer que si adoptaban a ésta perra, el trato debía ser bien distinto o el animal sería tan infeliz como nosotros viéndola encerrada.
El caso es que nos entregaron a Sua y yo me empeñé desde el primer día en enseñarle y tenerla siempre suelta por la finca, salvo por las noches, que la acostumbramos a meterse voluntariamente en su caseta para dormir.
La dejamos entrar en algunas habitaciones de la casa, y toda la familia juega con ella y se la lleva de paseo por el campo. Pero, el verano se ha terminado y la familia vuelve a la ciudad.
La perspectiva para Sua es quedarse en su recinto vallado, sóla durante toda la semana, hasta que los sábados mi mujer y yo la recogemos y pasamos el día con ella por el monte. El resto de la semana, una persona de la familia, irá dos o tres veces por semana para darle la comida, el agua y limpiar el recinto. A todas luces me parece insuficiente y me entristece.
He leído bastantes cosas sobre los bóxer y creo que lo mejor es traérmela a la ciudad a nuestro apartamento de 70 metros; ya casi tengo convencida a mi mujer y posiblemente éste próximo fin de semana, la tengamos en nuestra casa.
Estaría con nosotros unos siete u ocho meses, hasta que en el verano la dejaríamos de nuevo con mis suegros en la casa del campo y nosotros iríamos a verla todos los fines de semana. Y así, sucesivamente los siguientes años.
No se si ésta es la mejor opción, si la perra estará mejor donde está y esperar que se acostumbre o aceptará de buen grado estar con nosotros ocho meses y cuatro en la casa del campo con mis suegros; al menos así estaría siempre acompañada y bien atendida aunque tal vez estoy actuando egoístamente y no pienso tanto en el animal como en mí o en mi conciencia.
Espero vuestra opinión o consejos, aunque creo que ya nadie puede quitarme de la cabeza el traermela a mi casa.
Saludos.
Me han gustado los perros desde que tengo uso de razón, pero nunca he tenido uno en mi casa... hasta ahora, pero no adelantemos acontecimientos.
La experiencia más cercana con un can, fue gracias a mi hermana, o más bien a mi cuñado que la convenció de tener un perro en casa.
Cuando recibimos la noticia ni mis padres ni mi otra hermana dábamos crédito. Nuestra hermanita pequeña, que se cruzaba de acera en la calle cuando veía un perro del pánico que les tenía, ahora adoptaba uno en su propia casa.
Fue un labrador, de color negro que se llamaba Pluto y se convirtió en uno más de la familia rápidamente; yo me lo llevaba a dar paseos por el monte y me moría de envidia y de pena por no tener un animal así en mi casa; mi padre lo trataba como si fuera su nieto y bueno... el resto lo podéis imaginar, se nos caía la baba a todos.
El caso es que yo me independicé y conocí a la que hoy es mi mujer. Mis suegros tienen una casa en el campo en la que siempre ha habido un perro.
El primero fue Roy, un collie precioso y compañero de juegos de mi mujer y sus primitos en su tierna infancia.
Estaba con ellos dentro y fuera de la casa. Pero sucedió lo peor que sucede inevitablemente; la vida de Roy tocó a su fin. La pérdida del collie supuso un duro golpe para toda la familia y lo pasaron fatal.
Al poco tiempo, les entregaron una perrita de raza mastín siendo todavía un cachorro. La pena de haber perdido al collie, les dejó tanta huella que decidieron guardar las distancias con ésta nueva perra; no querían encariñarse demasiado para no sufrir su inevitable pérdida, llegado el día.
Así, construyeron dentro de la finca, un recinto vallado y techado de unos diez metros cuadrados con una caseta de ladrillo que le permitiera cobijarse del frío.
No la dejaban salir del recinto salvo en muy contadas ocasiones. Como os podéis imaginar, la cachorrita pronto se convirtió en un impresionante ejemplar de mastín, difícil de controlar pues apenas se la educó y permaneció casi toda su vida en el recinto vallado.
Aún así, cuando la dejaban salir se acercaba a sus dueños siendo cariñosa y apacible; pero era un poema tratar de devolverla a su caseta cuando la familia volvía a la ciudad después del fin de semana.
Al final, optaron por no dejarla salir, pues se escapaba sin control y tenían miedo de que la atropellara algún coche, pues cerca pasaba una carretera bastante transitada, o que en su afán por buscar el cariño de la gente, se echara encima de alguna persona mayor y ocurriera una desgracia.
Este verano, Sonsi, que así se llamaba, murió a los 13 años por una enfermedad de la uretra.
Mis suegros quisieron tener rápidamente otro perro, pues durante el verano pasan tres o cuatro meses en la casa del campo y muchas horas se encuentran sólos y algo desprotegidos sin la presencia de un fiel guardián.
Un primo de mi mujer, nos comentó de alguien que tenía que buscar nuevos dueños para una perrita boxer, de nombre Sua, a la que ya no podían atender como era debido.
Yo tuve mis reservas y aconsejé a mi mujer que si adoptaban a ésta perra, el trato debía ser bien distinto o el animal sería tan infeliz como nosotros viéndola encerrada.
El caso es que nos entregaron a Sua y yo me empeñé desde el primer día en enseñarle y tenerla siempre suelta por la finca, salvo por las noches, que la acostumbramos a meterse voluntariamente en su caseta para dormir.
La dejamos entrar en algunas habitaciones de la casa, y toda la familia juega con ella y se la lleva de paseo por el campo. Pero, el verano se ha terminado y la familia vuelve a la ciudad.
La perspectiva para Sua es quedarse en su recinto vallado, sóla durante toda la semana, hasta que los sábados mi mujer y yo la recogemos y pasamos el día con ella por el monte. El resto de la semana, una persona de la familia, irá dos o tres veces por semana para darle la comida, el agua y limpiar el recinto. A todas luces me parece insuficiente y me entristece.
He leído bastantes cosas sobre los bóxer y creo que lo mejor es traérmela a la ciudad a nuestro apartamento de 70 metros; ya casi tengo convencida a mi mujer y posiblemente éste próximo fin de semana, la tengamos en nuestra casa.
Estaría con nosotros unos siete u ocho meses, hasta que en el verano la dejaríamos de nuevo con mis suegros en la casa del campo y nosotros iríamos a verla todos los fines de semana. Y así, sucesivamente los siguientes años.
No se si ésta es la mejor opción, si la perra estará mejor donde está y esperar que se acostumbre o aceptará de buen grado estar con nosotros ocho meses y cuatro en la casa del campo con mis suegros; al menos así estaría siempre acompañada y bien atendida aunque tal vez estoy actuando egoístamente y no pienso tanto en el animal como en mí o en mi conciencia.
Espero vuestra opinión o consejos, aunque creo que ya nadie puede quitarme de la cabeza el traermela a mi casa.
Saludos.
Tu historia no es aburrida, más bien todo lo contrario.
Yo tengo dos boxers, y en mi familia hay unos cuantos, y te puedo decir tajantemente que un boxer no es un perro para estar solo en una finca cinco días a la semana. Son perros muy muy apegados y afectuosos, y necesitan muchísimo la compañia. Son sumamente sociables y dependientes de sus amos, y prefieren mil veces estar en un apartamento contigo que en una finca ellos solos.
Desde luego, si yo estuviera en tu lugar, me la llevaría a casa sin pensármelo dos veces.
P.D. - Por cierto, he visto a Sua en el foro de presentaciones. ¡Es una preciosidad!
Yo tengo dos boxers, y en mi familia hay unos cuantos, y te puedo decir tajantemente que un boxer no es un perro para estar solo en una finca cinco días a la semana. Son perros muy muy apegados y afectuosos, y necesitan muchísimo la compañia. Son sumamente sociables y dependientes de sus amos, y prefieren mil veces estar en un apartamento contigo que en una finca ellos solos.
Desde luego, si yo estuviera en tu lugar, me la llevaría a casa sin pensármelo dos veces.
P.D. - Por cierto, he visto a Sua en el foro de presentaciones. ¡Es una preciosidad!
"Si a tu perro no le gusta una persona, probablemente a ti tampoco debería gustarte."
- aireesther
- Dios del foro
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- Registrado: Mar Sep 30, 2008 2:41 pm
- Ubicación: En algún lugar
¡A casa, por supuesto....ni te lo pienses! 

¿Cuantos angeles caben en la punta de un alfiler?
Todos los que existen en el universo.
¿Cuantos angeles caben en tu corazon?
Todos los que tu dejes entrar.
http://expoacuarelas.blogspot.com
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tener a un animalito sin compañia , que pena !!!!!
estoy con los demas, la perrita con vosotros en la casa y cuando llegue el verano pues ya se vera
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El galgo es el perro que más rápido cruzará el arcoiris para reencontrarse contigo , entonces paseará junto a ti para siempre; y nada te impedirá ver la sonrisa del galgo al amanecer
http://malagaperruna.wordpress.com/
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- aireesther
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¡Enhorabuena a toda la familia! 

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- aireesther
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