Estos días mi hermana me está dejando aquí al pequeño mientras se va a trabajar, porque es demasido chiquitín para dejarlo solo en casa. Bueno, pues, si no fuera por Chico, la que no trabajaría sería yo (porque el enano es un trasto de mucho cuidado). Es una ayuda impagable, no os podéis imaginar cómo se ocupa de él: juega con él y le entretiene mientras está despierto, vigila que no se meta en líos (ayer, con un golpe de hocico, lo apartó del borde de la piscina y se lo llevó a otra parte), se queda cerquita de él mientras duerme para asegurarse de que está bien. De verdad que me emociona: estoy orgullosísima de él.
Sira también juega con el peque, pero desconfía más de él, y está un poco celosa. Claro que ella es mucho más tímida e insegura que Chico, y tiene una dependencia de mí casi patológica. Supongo que es porque ha tenido una vida complicada y lo ha pasado mal, pero el caso es que los cambios le cuestan más: creo que le hacen sentirse un poco amenazada. Y ella es buenísima con el enano, que conste, pero se mantiene un poco al margen.
En fin, que brindo por mi Chico, que es un cuidador excepcional



