Con Gaia hago un juego muy tonto que consiste simplemente en poner una chuche dentro del transportín, dejo la puerta ajustada, no cerrada, y obstáculos para que le cueste abrirla. Empiezas sin obstáculos para que entienda el juego, pero luego puedes ir aumentando la dificultad y tenerlo bastante rato intentando llegar hasta la chuche.
Una variante, para perros cobardicas como mi perra, que además sirve para tratamiento contra el miedo, es poner el transportín de manera que cuando lo abra con el morro o la pata, la puerta vaya a chocar contra la pared (y contra ella al volver a cerrarse). Da un salto y se echa para atrás, pero sigue intentándolo, y se tira un buen rato abriendo la puerta y saltando para atrás, hasta que reúne el valor para entrar a pesar de los choques o consigue abrir con el impulso justo para que no choque contra la pared ni contra ella.
Se puede estar horas
Y los juegos de olfato, que a Gaia le molan tanto que ya ni chuche ni juguete, cualquier cosa que le esconda le sirve. Ayer lo hice con unos calcetines (limpios). Escondí uno y le enseñaba el otro para que lo buscara. Se lo puse en el hueco del sillón (esa dimensión paralela donde van a parar los objetos más raros del mundo), y tardó un cuarto de hora, pero lo encontró.