Me he llevado a estos dos a campo, y a la vuelta --aún en el campo, pero ya cerca de las casas, así que ya los llevaba atados--, de pronto ha aparecido una perrita negra (como una pastorcita alemán pero más pequeña) y, tal que nos ha visto, a empezado a gritar y llorar como una desesperada, se ha dado media vuelta y ha echado a correr, y estos dos, cuando han visto que corría, se han echado a correr como locos detrás ella (ha sido todo tan rapido e inesperado que se me han soltado las dos correas de la mano). Se han metido los tres entre las zarzas persiguéndose, la perrilla chillando y chillando como si la mataran, y yo gritando "¡¡Chico, Sira!!", como una posesa.
Sira ha salido en seguida, pero Chico ha seguido persiguiendo a la perrilla por entre las zarzas. Entonces ya ha aparecido la dueña de la perra, llamándola y con cara de susto. Me ha dicho: "No sé qué le pasa a esta boba, que últimamente está tontísima. Cuando he oído los gritos, me he asustado pensando que a lo mejor estaba atacando a un perrito pequeño, o algo así". Cuando le he contado lo que había pasado (que la perra, al vernos, ha salido como alma que lleva el diablo), se ha quedado con los ojos como platos.
Sira, mientras, nos miraba a las dos con cara de interés, pero Chico sólo quería meterle el hocico a la perra por sus partes, hasta los entresijos. Le he preguntado a la mujer si la perra estaba en celo, y me ha dicho que no, que lo acababa de tener. Pero el caso es que Chico estaba como loco, y desde que hemos vuelto no hace más que olfatearle la cabeza a Sira y babear a tó trapo (supongo que, en el rifirrafe, la perrilla se ha frotado contra Sira).
En fin, que todavía no sé por qué se ha formado ese lío tan tonto. Supongo que la perra, por lo que sea, se ha asustado al vernos, estos dos, al verla correr, la han perseguido como si fuera un conejo, y luego el olor del celo ha terminado de complicar la cosa.
Vamos, que no se puede decir que la vida con estos bichos sea aburrida
