
Medidas incomprensibles
Ayer me enteré de que Teo no podrá volver a esperar atadito a una silla a que sus dueños desayunen en uno de los bares mas entrañables de Mahón.
Muy a pesar de su dueño, una nueva medida que ha tomado, al parecer , el Ayuntamiento de esta ciudad menorquina que me tiene robado el corazón desde hace decenas de años, impedirá, de hecho ya lo hace, que ningún perro pueda acompañar a sus dueños mientras hacen su consumición. Chiqui, que así se llama el jefe de “Gradinata”, no entiende por qué no puede ser él quien decida utilizar el derecho de admisión y con dolor e incomprensión advierte a los dueños que ningún perro puede acompañarles, ni siquiera en la calle.
Me diréis que menuda chorrada os comento hoy pero a mi, qué quereis que os diga, no me lo parece, a mi me parece una medida incomprensible. Hay ordenanzas municipales que rayan en el absurdo. Recuerdo que Alberto Corazón las estudió con detalle hace ya muchos años y lograba que, al leerlas, te rieras a mandíbula batiente. Muchas fueron derogadas pero observo que en Menorca han empezado a proliferar de nuevo. ¿No tendrán nada mejor que hacer los funcionarios de ese querido Ayuntamiento que enviar órdenes como ésta a bares, cafeterías y restaurantes? ¿Qué problema tienen con los perros que acompañados de sus dueños no molestan a nadie, como Teo en esta foto que hice el verano pasado, que me robó el corazón con esa carita de listo? No pararé hasta averiguar quién ha puesto en pie esta norma, para mi, sin sentido.
Seguramente alguno de vosotros pueda poner otros ejemplos de las sinrazones que nos rodean: adelante, no os cortéis y luchemos contra la estulticia.





